Quién nos mantendrá a salvo del odio, del odio disfrazado,
del odio musgo, en este tiempo de urgencia al suicidio, de miedo a la soledad,
al abismo de la soledad. Pero esta noche es blanca, somos un engranaje
perfecto, inmaculado, como años de palabras en un café. Es dulce sentirlo e
inevitable pensar que el odio vendrá de todos modos, el odio humo, el odio
inmarcesible. Quién nos salvará de la fragilidad en las manos, de la cobardía,
de la inercia. Quién nos salvará del espanto. Evitamos mutilarnos los ojos,
rechazamos la locura, nos dejamos arrastrar por la saliva inerte. Habrá que
respirar hondo, habrá que gastarnos las lágrimas. Pero esta noche te vi fuerte,
fraternal, reverdecido en tu búsqueda, sin espejos ni coreografías.
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