poema último

(a Alejandra Pizarnik)

Cuando despegó sus inocentes ojos de las páginas tostadas, aún quedaron bailando en su cabeza, las últimas palabras del poema. Mirando al cielo, se sintió presente en esa rebelión de anaranjados sobre el implacable ejército purpúreo.
Varias veces parpadeó y rozó sus pies sobre la arena húmeda y sintió el aire castigando su ser. El horizonte se bifurcaba entre el miedo y el repudio. El primero era defendido por el destino inexplorado, por la ausencia de un barco con las luces encendidas; el abogado del segundo era la realidad.
Su ira y su delirio, sostenidos por el olor a sangre entremezclado con la arena. En un intento físico por desprenderse del brazo de hiedra, descubrió las estrellas, como lágrimas que en ella no condensaban los recuerdos, las miradas. Eran veinte. Veinte negras mañanas de sol, veinte días sin retorno.
Sintió los cuchillos punzándole el alma. Sintió las piedras en la garganta. A lo lejos una orilla, y ella en su refugio, en su máscara, de pies en la cornisa, en su última inocencia.
Entonces comprendió que no tenía sentido esperar que un ávido buitre devore de a poco sus vísceras, no tenía sentido esperar esa muerte caucásica, si el destino era inapelable, por qué no hacer más valioso el puñado de versos que apretaba en sus manos.
De un sorbo bebió lo poco que quedaba del crepúsculo. Desplegó sus alas y voló. Tal vez, más allá del horizonte, haya encontrado un pájaro enamorado que la haya guiado hacia su despertar.
Una luna de septiembre y su reflejo, fueron los únicos testigos de la huida.

3 comentarios:

  1. Te llamas Fernando, estoy dejándote unas palabras porque siento buena "vibra" al leerte. Me cuesta hacerlo como me sucede con las cosas de mi hijo, tienes otros senderos (bien señalados obviamente) y debo repasar tus letras para acomodarme a una forma distinta, que por otra parte me gusta y no estoy macaneando. Mi afecto.

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  2. Me gusta tu manera de "deshacer", de crear un significado propio que sacas por arte de magia entre las palabras que usas, cambiando el orden, jugando. Es hermoso, en especial, porque encuentro lo que escribes lleno, de ti, de sentimientos. Me encanta Alejandra Pizarnik y creo que has hecho una aproximación preciosa y emocionante. Gracias, de verdad. Dan ganas de escribir leyéndote

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  3. Hola Fer... que lindo volver a pasar por tu blog y releerte...
    Un abrazo grande...
    Que estés bien

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