papeles y libros abiertos

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Siempre quise contemplarte mientras dormías. Siempre creí que las actitudes que se adoptan durante el sueño (el rostro, la posición del cuerpo), al estar desprovistas de la máscara de la voluntad, son manifestaciones singulares. Ahora que estás a mi lado, que tu cuerpo es una estatua de la que me privo de tocarla por miedo a que desvanezca, comienzo a descreer de mis convicciones acerca de la imposibilidad de asir la felicidad; este instante prescinde del tiempo: nada ha ocurrido antes y nada ocurrirá después. Pero pronto percibo la falta: mis besos ya no me bastan y necesito una boca más grande para poder comerte de un bocado.
Es verdad que cuando nos abrazamos siento que tu cuerpo y el mío se continúan sin límite. Pero ahora que te miro, que tu cuerpo es una estatua de la que me privo de tocarla por miedo a que desvanezca, te siento como una caja negra; esas manifestaciones singulares de tu descanso no son mas que una fachada a otros territorios insondables. Te siento ahora como algo ajeno en mi cama. Y hay algo aún más impenetrable, que es lo que sueñas. Yo creo que sueñas con que me miras dormido, y que soy yo y no vos quien está de espaldas a la cortina que dibuja un amanecer veronés.
Doy vuelta la cabeza. Encima del escritorio, unos cuantos papeles y libros abiertos me dicen que estoy en Rosario y que es viernes. El sonido del teléfono parece estar dentro de mi cráneo de hojalata. Escucho tus excusas. Me pregunto –incrédulo- si te veré en la tarde, porque te extraño y esta noche no he dejado de pensar en vos.

2 comentarios:

  1. Hola Fernando:hermosa descripción de ese sentimiento que pocas veces se puede plasmar en palabras. AMOR.Alguna vez yo he sentido lo mismo o mejor dicho lo siento, aunque no sea correspondida. Alegrate de sentirlo y sobre todo de que te correspondan.A veces nos quejamos de lo que creemos que es poco, pero es mucho mejor eso que sufrir en silencio.

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